Por: Vanesa Baerga
“Yo he aprendido más sobre mi cultura y sobre mi misma aquí en la escuela, que en el resto de mi vida. Antes de ingresar a esta escuela yo no sabía lo que era ser puertorriqueña. Yo me veía a mi misma como hispana, pero aquí en la escuela me han enseñado que tengo una cultura por la cual estar orgullosa,” comenta la estudiante de undécimo grado Marisol Ivin, quien al igual que sus compañeros de clase canta todos los miércoles a las 10:30 de la mañana La Borinqueña Revolucionaria.
Marisol estudia en la Escuela Superior Puertorriqueña Dr. Pedro Albizu Campos (PACHS, por sus siglas en inglés), ubicada en el corazón del Paseo Boricua de la ciudad de Chicago. PACHS, como se refieran a la escuela los estudiantes, empleados y todas las personas que han estado involucradas a la misma, se fundó hace 40 años con el propósito de brindarle a la comunidad puertorriqueña de Chicago una educación alternativa, dada la tasa alarmante de deserción escolar entre esta comunidad. Esta escuela ha sido sostén para muchos jóvenes puertorriqueños de esta ciudad para quienes el sistema educativo tradicional no ha resultado efectivo.
El director de PACHS, Matt Rodríguez, explicó que uno de los propósitos esenciales de la escuela ha sido que la educación que se provea sea de beneficio para la comunidad y los ayude a resolver y analizar los problemas que enfrentan a diario. “Se trata de tener una educación rica culturalmente, conectar a los estudiantes con su historia y hacer que ellos se sientan orgullosos de quiénes son como puertorriqueños. De brindarles las herramientas para que se den cuenta que tienen algo por lo cual mantenerse firmes y de pie, y esto no tiene por qué ser el himno de Estados Unidos. Ellos son parte de una historia que no se cubre en la clase de historia del currículo tradicional, y ellos necesitan aprender su historia para que estén orgullosos de eso, porque sus apellidos, sean Rodríguez o López, tienen mucha historia. Las familias de los estudiantes han estado muy agradecidas al saber que sus hijos pueden venir a nuestra escuela y sentirse cómodos y disfrutar del proceso de aprendizaje. Los estudiantes se sienten bienvenidos aquí y han desarrollado un sentido de pertenencia a la escuela y a la comunidad,” explica el joven director quien es puertorriqueño de tercera generación.
A Marisol no le gustaba su escuela anterior porque, entre otras razones, no sentía que tuviera apoyo académico y social. Encontró a PACHS y se sintió bienvenida. “Para mí esta acogida fue bien importante porque es la segunda oportunidad que recibo. A mi no me fue bien en mi escuela anterior, y PACHS me dio la oportunidad para que yo pudiera empezar de nuevo y encontrar la ayuda que necesitaba. En la escuela me ayudaron a contabilizar los créditos que tenía. No tenía idea de cuántos créditos tenía. Me dieron las clases que eran las adecuadas para mi nivel. En la escuela, todos trabajan junto a nosotros,” explica Marisol, a quien le gusta la historia, y sus clases favoritas este año son estudios puertorriqueños y literatura afro-americana y latinoamericana.
El sábado, 26 de enero se celebró un simposio en la Escuela Superior Roberto Clemente, en conmemoración de los 40 años de PACHS. En el simposio participaron reconocidos académicos y activistas comunitarios relacionados al proceso educativo y social de PACHS. El simposio incluyó charlas sobre pedagogía crítica, estandarización académica, procesos de evaluación, el desarrollo de la identidad individual y colectiva, currículos educativos culturalmente relevantes y descolonizadores, entendimiento de las acciones y emociones en contextos históricos y sociales, entre otros.
PACHS se fundó en el 1971, partiendo principalmente de un estudio realizado por el investigador social y profesor universitario Isidro Lucas sobre la deserción escolar entre los puertorriqueños de Chicago. Este estudio reveló que casi el 75% de los estudiantes puertorriqueños en esta ciudad terminaban siendo desertores escolares. Según el estudio, los estudiantes puertorriqueños tenían particular dificultad en las escuelas tradicionales debido a la pobre imagen que tenían de sí mismos. Esto causado, entre otras cosas, por la discriminación que tenían que enfrentar en Estados Unidos, lo que ha llevado a un distanciamiento progresivo de la escuela. Además, este estudio concluyó que las escuelas públicas tradicionales tenían muy poca influencia en retener a estos estudiantes que se quedaban rezagados, pues su currículo no atendía la identidad socio-cultural del estudiantado.
“No se trata solamente de cumplir con las horas comunitarias, por ejemplo, sino de involucrarte con la comunidad. Nosotros juntamos a los estudiantes con Batey Urbano, Vida/Sida, la Casita de Don Pedro, el IPRAC, la Casa Puertorriqueña, el Humboldt Park Field House. De esta forma, ellos se sienten arraigados a la comunidad. Por lo general, los padres quieren que sus hijos conozcan de su historia y quieren ponerlos en un sitio como éste porque en otra escuela no van a tener la educación que aquí tienen,” destacó Rodríguez.
Añade que para entender el proceso de la fundación y la función de la escuela hay que tener un entendimiento claro sobre el colonialismo. “Los fundadores de la escuela entendían que los puertorriqueños en Estados Unidos vivían en un tipo de colonia dentro de este país. Esto significaba que el proyecto educativo que necesitaba la comunidad tenía que ser uno descolonizador. Nosotros no hacemos estudios puertorriqueños solo por hacer estudios puertorriqueños. Nosotros lo hacemos como una forma de descolonización, porque lo que ocurre durante la colonización es que la historia de las personas se borra. Eduardo Galeano habla sobre lo peligrosa que resulta la memoria cultural (cuando habla que recordar es un acto de resistencia) y nosotros le enseñamos a los estudiantes a recordar esa memoria cultural a través de las luchas y batallas de su pueblo. Don Pedro Albizu Campos, Juan Antonio Corretjer, Consuelo Lee Corretjer, Filiberto Ojeda Ríos, Lucy Rodríguez, Carmen Valentín son nombres controversiales. Nuestra escuela ha sido atacada por seguir un proceso descolonizador. El FBI hizo una redada a nuestra escuela en el 1985, mismo año que fue premiada por el Illinois State Board of Education. La redada se llevó a cabo en respuesta a un documental presentado por PBS que levantó preguntas sobre nuestro proceso de enseñanza. Nos acusaban de terroristas por nuestro currículo descolonizador y por enseñarles La Borinqueña Revolucionaria a nuestros estudiantes. Por esto, el premio que nos habíamos ganado ese año nos lo negaron. A pesar de toda la represión, la escuela sigue aquí y en pie de lucha.”
El currículo de la escuela incluye una clase de estudios puertorriqueños (que incluye toque de barriles de bomba), una clase de ciencias integrada que está enfocada en la producción de comida (la escuela cuenta con su propia invernadero trabajado por los alumnos) y una clase matemáticas con énfasis en la cartografía radical. Durante la clase de cartografía radical el estudiante recopila datos e información sobre las diferentes comunidades de Chicago y sus niveles de educación, ingresos, número de liquor stores, tasa de crímenes, número de supermercados con frutas y vegetales frescos, entre otros. “Es una forma de hacer que los estudiantes piensen críticamente y se cuestionen el por qué de esos patrones,” subrayó el Señor Rodríguez. Todo esto regido a los estándares del Illinois State Board of Education para que los estudiantes aprueben los exámenes de ACT y SAT, exámenes para entrar a la universidad.
“Estar involucrado en esta comunidad es algo que cambió mi vida. Yo no me puedo imaginar haciendo otra cosa. No me puedo imaginar estar en otro lugar del mundo. La comunidad me ha enseñado más que el enseñar mismo. Ha sido algo extraordinariamente impactante para mí. Es algo que no puedo explicar en palabras. Es mucho e involucra tantas cosas de mi propia experiencia, de mi propia familia y de dónde ellos vienen, lo que tuvieron que pasar en sus vidas, y saber que estos estudiantes están pasando por algo similar y yo los puedo orientar me llena de satisfacción. Es algo religioso y que humaniza,” reconoció el educador.